Sinceramente

Cuando me enfrento al lienzo, deseo encontrar verdades que son las que generan la esperanza de hacerlo mejor, convertir en realidad el sueño que haga soñar a otros al verlo. A veces, las dificultades crean dudas sobre esa posibilidad, o esa realidad...es como creer que existen personas que te dicen la verdad pero te demuestran otra...Sin embargo, está en uno mismo seguir buscando la pincelada tolerante y generosa que asuma que la ilusión es posible. Asumir que el sueño merece sacrificios, como borrar lo que no sirve, o simplemente elegir otro camino. Y aceptar que existen otros puntos de mira. Pero alcanzar un sueño, una meta o un objetivo, también es consecuencia de una actitud firme, de una coherencia y armonía en todos nuestros gestos, actitudes y actuaciones. Algo como la cabezonería de un Santo Tomás en "si no lo veo, no lo creo", algo como que el movimiento se demuestra andando, y siempre como la certeza de que lo que queda es lo que uno hace... La pintura no deja de ser una representación iconoclasta de nuestro mundo, aquél que vivimos, en el que creemos, o con el que soñamos...siempre mejorable y transferible. Y esto, como cualquier otro mundo plantea compromisos (o contratos), porque al expresar un deseo , una intención, lo que equivale a un movimiento concreto del pincel, uno se está comprometiendo a hacer todo lo posible por hacerlo realidad.. Las profecías y los ideales sólo son seguidos de los actos que conllevan, y es así como se convierten en realidad. Está en la historia de la humanidad. Si deseo un mundo lleno de sonrisas, debo crearlas pintando, sonriendo, y provocando el buen humor a mi alrededor...creo que esto se llama integridad. Y el arte, es la manifestación de esa integridad. La obra artística necesita tener todas esas pinceladas bien encajadas en el soporte o en el espacio en que se sitúan, como una totalidad. No descubro nada nuevo, sólo expreso la percepción a la que la experiencia me lleva. Porque escribirlo hace que no lo olvide...

En Córdoba, Noviembre 2009.