Mi estrella fugaz

POVEDANO, EL VALOR DE LA AUTENTICIDAD:

Así de claro y así de rotunda fue la definición y el resumen que pude extraer anoche de la charla-coloquio organizada por el Ateneo de Córdoba sobre el recuerdo de este maestro.

Una persona, que a pesar de llegar hasta mi como una estrella fugaz en el escaso tiempo y en el contacto directo, trasciende y se me revela en cada ocasión.

Los que lo recordaron en voz alta ante el grupo de conocidos y admiradores que nos reunimos por invitación de la Fundación Bodegas Campos, no analizaron su pintura con énfasis. Sencilla mente ofrecieron, de forma escueta, el sentimiento profundo de las distintas facetas humanas por las que durante años tuvieron el privilegio de acercarse como amigos personales.

El cante flamenco, la pintura de vanguardia, y la docencia, sirvieron a estos para compartir las verdades que legó: la hondura, la soledad, el carácter, el valor...Son términos empleados por Povedano durante toda su vida. Y escuchando a los que convivieron con él, dejan de ser palabras o conceptos. Porque según ellos, el maestro era todo eso: hondo, profundo, cercano y a la vez solitario...la pintura, el cante, la enseñanza, lo son por cómo se hacen, y eso es lo que lo convierte en auténtico. Esto pensaba, y así lo vivía.

Agustín Gómez, Luis de Córdoba, Manuel Concha, y Antonio Bujalance, fueron esos amigos de verdad, que continúan siéndolo por el valor que dan a esa persona no por su desaparición sino por su presencia. Sólo una ausencia imprescindible en esa mesa, la de Juanma Pérez como fruto directo de la vida de un artista, que ante todo, quiso ser maestro. Posiblemente, quien compartió con él los silencios más largos, la pintura más honda, y la enseñanza más profunda. Esto lo sé, porque lo he vivido de igual forma, en apenas unos cuantos días de pintura con Juanma escuchando los conceptos que siempre nombraban a Povedano.

Un verdadero placer comprobar que esa autenticidad existe, más allá de la utopía y de los sueños, el valor de ser persona.